Desahogo y reseñas

Reflexiones

Siempre

julio 13, 2018

Siempre

Ahora que te extraño, y también cuando no. Cuando deje de hacerlo incluso. Cuando ya no lo haga ni ratos. Cuando me acostumbre a no tenerte. Cuando esté completamente bien respecto a todo el fuego que hubo aquí. Siempre voy a recordar lo más bonito de los dos. Siempre.

Si un día resulta ser que no era nuestro destino compartir vida y reencontrarnos en un futuro, les contaré a mis hijos cómo fue que dejé entrar el amor en mi vida sin querer, sin pensarlo, sin acabarlo de entender. Porque de haberme detenido a pensarlo te juro que no hubiera pasado nada entre los dos. Porque tú al principio fuiste tan bueno como para creerlo. Mi amor tan parecido al fuego. Me dabas todo sin pensarlo y yo poco a poco fui entregándole cada pedacito de mi corazón al tuyo. No importa que en algún momento te hayas vuelto tan calculador en el amor como ya lo eras en todo lo demás. Porque conocí al verdadero tú, al enamorado, al que no piensa las cosas, al que no tiene miedo a que le rompan el corazón. Y el gusto de ese tú nos duró poco. Luego tu corazón se fue endureciendo por tu falta de madurez para afrontar desafíos. No supiste reinar de amarme. Yo aguanté mucho, y estoy segura que nadie va a volver a amarte como yo, a cuidarte el alma tanto como yo lo hice. Pero estoy feliz porque sé que si al final no nos toca volver el uno al otro yo te dejé ir en el momento en el que tenía que hacerlo, en el momento en el que era preciso hacerlo. Tuve que arrancarme el corazón para probarte mi amor, porque por encima de lo que yo quería estuvo lo que sabía que era bueno para ti, y luego lo que yo sabía que era bueno para ambos. En tercer lugar estuvo saber que yo lo necesitaba.

Y si solo fuiste el amor de mi vida y no me toca hacer vida contigo, sé que la que tenga la dicha, en algún momento podrá disfrutar de las cosas que yo ahora te pido que madures, que vivas, que sientas. Y también se alegrará en tus triunfos y en tu amor puro. Porque tengo fe en que en algún momento Dios va a concederte dejar esa inseguridad inmensa, hacerla pequeña poco a poco. Entonces tu cariño no tendrá interferencias ni lástimará como me lastimó a mí.

Yo crecí contigo y tú conmigo. Y aunque ahora tú no puedas entender todo, sé que en algún momento lo harás.

Yo ahora entiendo que me hacías daño sin querer, estoy segura de que me amaste, eso lo puedo jurar. Pero también estoy segura de que ahora estamos mejor separados el uno del otro, porque tú necesitas crecer y yo necesito estar sola. Necesitamos recuperarnos de todo esto. Tomar vuelo para la próxima historia que queramos escribir junto a alguien más.

No quiero dejar de amarte, y espero que en algún punto tú lo pienses con tanto cariño como yo. En unos meses anhelo sentarme a platicar contigo y reírnos de todo esto, darnos un abrazo de perdón y mirarnos a los ojos sin decir nada. Sabiendo que es así como las cosas deben ser.

Aprendí que no sólo basta con amar en una relación, porque ya te dije, yo sé que este fuego que empezó hace tiempo sigue en el corazón de ambos. Pero en algún momento dejó de ser nuestro tiempo de estar juntos, ya vendrá otro después, y tanto tú como yo habremos comprendido lo que sí queremos y lo que no podemos ni soportar en el otro. Lo que hace daño y lo que hace bien.

Aprendí que es lo que se vale y lo que no se vale en un baile juntos por la vida. Cuáles son los pasos que me lastiman no importa el compás que esté sonando. Qué es lo que más me gusta cuando me bailan el tango y que es lo que me gusta hacer cuando lo bailo yo. Sé cómo quiero que sea mi pareja de baile. Aprendí a desnudar el alma sin miedo, y cómo saber frente a quien la puedo desnudar y frente a quien no. Qué prenda quitarme en cada momento. Supe cómo lograr que el otro se sintiese cómodo desnudando la suya, por muy entumidos que estén los músculos de su sentir y su querer, de su querer ser.

Ahora sé quién soy y la oscuridad que puede llegar a proyectar mi órgano palpitante. Sé cuánto puede oscurecerse el de la otra persona, sé distinguir el amor sobre la ira. Aprendí la paciencia. Aprendí a amar.

Y eso es algo que siempre se necesita. Para amar la historia, para amarse uno, para amar al otro. Para dejarse amar. Para saber cómo sí y cómo no.

Aprendí que es mejor irse en sano que terminar odiándose. Y todo lo aprendí viviendo.

Sé que en algún momento entenderás que siempre te amé. Que esto era lo que tenía que hacer, que esto también es una prueba de amor: denunciar que es momento de decirnos adiós por un rato. Sé que algún momento, cuando lo entiendas, vas a estar feliz de que lo haya logrado, por mucho que me haya costado. Sé que en algún momento estarás contento contigo mismo por haber conseguido dejar de buscarme. Por haber aguantado. Y en algún momento de nuestras vidas te prometo que lo vamos a agradecer, agradecer que haya sido así. Sé que llegará un momento en el que vamos a sonreír con ternura ante todo esto.

Sé que llegará un momento en que todo esto valdrá la pena. Es una certeza de algo más allá del corazón. No lo puedo explicar. Sé que también sentirás esa certeza pronto. Sé que quizá ya lo comprendiste todo. Sé que me quieres. Y sé que yo también te quiero.

Siempre.


    Amo casi cualquier forma de arte. No puedo vivir sin bailar ni respirar una semana seguida sin escribir. Las letras son mi refugio, y el baile mi manera de exhalar. Tengo 21 años y estudio Mercadotecnia y Medios digitales en México. Todo lo que ven aquí son pedacitos de mí que quise meter en este baúl, son libres de acabárselos a críticas. Al final del día, los lectores hacen al escritor.


    previous post

    La Netflix

    next post

    ¿PUNTO MEDIO?


    Leave a comment

    Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

    dieciocho + dieciseis =

    Follow by Email
    Facebook
    Twitter