En Soledad
Siempre eligen a alguien, nunca soy yo.
No sé si me creen tan valiente que prefieren dejarme sola. Cada que encuentro un buen amigo, decide darme algo de espacio, tal vez piense que yo puedo como voy.
No importa quién esté a mí alrededor, nunca soy lo suficientemente importante; puede ser que piensen que soy mucho más fuerte que cualquiera de los que está ahí y por eso deciden darle el lugar a otra persona y nunca a mí.
Camino sola y me tropiezo, me levanto sola. Lloro en soledad, me enojo en ese estado y tengo mis momentos más reales conmigo misma, pese a que se escucha bien, no se siente bien.
En lo social siempre me ven riendo, apoyando a cualquiera pero nunca preocupándome tanto por mí. Dicen que me quejo mucho, pero aquellas no son ni un poquito de mis verdaderas quejas en esta vida, no me conocen.
Cuando apenas decido contar algo me callan de inmediato con algo “más” importante, o minimizan mis problemas al grado de humillar mis pesares; me siento tan estúpida en mis momentos de flaqueza.
¿Cómo es que siempre pasan sobre de mí? Me pregunto qué clase de impresión doy como para que cada persona en mi vida decida siempre ponerme en un lado en el que no soy nada importante, porque sí, de vez en cuando necesito que le den importancia a lo que siento, vivo y deseo. Nunca pasa.
Yo misma me he puesto en segundo plano en una incontable cantidad de veces. Pienso que tal vez la otra persona necesite más del apoyo que yo, pienso que tal vez la otra persona no puede soportar la misma intensidad que estoy sufriendo y decido cargar sus penas. Error.
¿Cómo espero que me elijan si yo no soy capaz de elegirme? Me trago mis amarguras y las dejo para compartirlas sólo con la oscuridad y silencio, las dejo tanto que a veces olvido sentirlas y cuando me doy cuenta, otro torbellino me arrastra; existen momentos en los que ya no siento nada, porque me creo nada. Las personas han llegado al punto de nunca preguntar por mí pues nunca la estoy pasando, pareciera que vivo en una fantasía.
Me río con el dolor que siento en el corazón, con las punzadas tan chocantes que me demuestran que sigo dolorida, me río porque no hayo otra manera de sobrellevar las cosas… después se convierten en lágrimas incontrolables y ácidas: queman mi rostro.
Eligen a cualquiera, siempre cualquiera, nunca yo.