La Netflix
La verdad es que hasta dejé de decirles «bebés», y sus derivados, a mis amigas para que no me preguntaras que porqué lo hacía, que quién era, que qué chistosa.
Y no te das cuenta, ¿sabes? No vemos todos esos cambios. Hasta que te saqué de mi vida por otro asunto y comencé a cambiar en automático, un retorno a mi ser real, debería escribir.
Me acordé de lo bonito que es poner tus asuntos en primer lugar. De cómo vibra mi felicidad en el pecho cuando hago lo que amo, cuando dibujo en el suelo con mis pies, sola y acompañada.
Recordar lo bien que me llevaba con los hombres, lo fácil que me era entablar amistad con ellos, lo ameno que es mi trato a la hora de llegar a un grupo nuevo de personas. La chica a la que le preguntan si es de la ciudad, porque es muy abierta y platicona para encajar con el estereotipo local.
Ni siquiera te das cuenta, es como cuando de repente empiezas a cuidarte la boca y de repente notas el cambio de talla. Hiciste algo para que pasara pero acabas de darte cuenta de qué era lo que querías.
Dejé de buscar automáticamente amistades con chicos, dejé de ser yo en mi manera de desenvolverme con la gente.
No te das cuenta, nunca te das cuenta, menos si nadie te lo dice directamente.
Ahora estoy feliz, porque ya puedo bailar con quién me dé la gana sin que me montes un numerito. Ya puedo decirles bebés a mis amigas y ponerles emojis de corazones porque a nadie le importa, puedo hacerlo porque quiero y punto. Son mis malditas amigas y yo decido cómo les hablo.
Tú no confías ni en tu sombra.
Y quisiera que todas las chicas que se han sentido orilladas a «cambiar» pudieran leer esto, y ver que hay algo que no es normal en estas conductas. Que no hay porque cambiar la forma de ser, la forma de hacer amistades, de reír con los amigos, de abrazarse con ellos, de bailar, de vestir, de pensar, de comer, de volar.
Porque es tu puta vida, es tu puta alma, es tu puta manera de pensar, es tu puto corazón. Y el día que se rompa, tú vas a ser la encargada de cuidar los putos pedazos.
Nunca me atrevería a culparte por algo que no hiciste. Yo decidí cambiar, yo confundí todo esto con actos amorosos, fue mi corazón el que se torció. Con todo lo que te amé, me atrevo a decir que tú no tuviste la culpa de todo esto. En algún momento tus inseguridades me atraparon y yo me acosté en la red. Fui yo la que no amó en la imperfección.
(Morelos)
Eres valiente.
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