Desahogo y reseñas

Uncategorized

Memorias de un corazón

marzo 13, 2024

Memorias de un corazón

Julio 2023

Estaba en una reunión cuando llegó el mensaje, eran la una y cacho de la tarde de viernes. Dejé de escuchar todo a mi alrededor, solo podía medio leer en la notificación lo que decía y lo único que atravesaba mi cabeza era un “no fui suficiente”. Entonces alguien dijo mi nombre tres veces y enseguida un “¿sí me oyes?, ¿estás ahí?”, contesté que había perdido un poco la señal, si me podía repetir, apagué el teléfono y fingí, durante una hora, que todo estaba bien.

Salí de esa reunión repitiéndome “cálmate”. Fui al baño, tomé agua, me encerré en cuarto y ¿lloré?, no, no podía llorar. Me senté en la cama, vi el rompecabezas casi terminado y quise deshacerlo. Quería salir corriendo. Quería arrancarme el corazón, y quería llorar, pero ni una lágrima se atrevía a salir.

Repasé el mensaje, lo leí hasta aprendérmelo de memoria.

Esa noche por fin se animó a salir la primera lágrima, después de esa, salieron miles. Pasé una semana entera casi sin comer, sintiéndome hipnotizada por el desastre ante mis ojos. Y entonces volvió y le creí. Una semana más, otra vez me rompió y se repitió la escena.

Terminé el rompecabezas llorando, le dije (sin hacerlo) “mira, al final sí puse yo la última pieza”. Lo guardé debajo de mi cama y desde entonces no me atrevo a mirarlo.

Septiembre 2023 – 01 de octubre 2023

Confirmé mis sospechas de enero a mayo. Qué tormento fue ese. No dije nada, no quise ni enfrentarlo. Llevaba dos meses con un hueco en el estómago y dolor de garganta.  

Por fin estaba mejor, salí, me divertí y lo vi. Mi corazón quería salirse, quería correr y abrazarlo y decirle que se fregaba porque ahí se iba a quedar siempre, pero también quería esconderme, pero también quería tomarlo del cabello y arrancárselo todo.

Esa noche hablamos: un patán, un desconocido si me lo preguntan. Me dormí pensando “¿quién es este?  No lo conozco, porque quien conozco jamás me diría esto”.

Y luego pensé que lo desconocía desde enero: su impaciencia, su tono de voz, su mirada hacia mí…

Diciembre 2023

No lo deseo a nadie ver lo que yo vi.

Marzo 2024

He estado mejor. Desde diciembre no había llorado, no me había sentido mal. Conforme las cosas pasaron esa mitad de año, yo fui perdonando. Le perdoné incluso que borrara lo que un día hizo para mí, porque eso sí me pareció un golpe bajísimo, es como pedir un obsequio de vuelta.

No sé, me di cuenta de tantas cosas, que sostener lo “malo” me pareció estúpido y una falta de respeto a mí misma.

Perdoné todo, absolutamente todo y sentí mucha paz.

Pero entonces llegó marzo, el mes, y por supuesto, los recuerdos me acribillaron.

06 de marzo: OneDrive y sus “recuerda este día”.

El 06 de marzo del 2020 yo supe que no había vuelta atrás, estaba enamorada, pero no se lo iba a decir.

Fue al pueblo de mis abuelos, caminamos a un zoológico cerca y tuvimos una de las tardes más hermosas que he vivido. Le enseñé algunos sitios curiosos del lugar, le tomé LAS fotos (mis favoritas desde entonces), y el a mí, una en específico donde se me ve cómo sale por cada poro lo mucho que ya le amaba.

Una parte de mí estaba renuente a sentir eso, porque no quería arriesgarme, no quería perderme, no quería salir lastimada, pero cada duda la disipó con sus acciones: la forma en la que me veía, cómo me hablaba… él sentía lo mismo, yo lo sabía. Entonces fue sencillo quedarme ahí.

Saberse amada es algo maravilloso, y en esos momentos, yo sabía cuánto me amaba ese ser a mí.

Cuando vi las fotos este año, no solo fueron un recuerdo grato, mi corazón volvió a quebrarse porque me gritó que dónde estaba ese ser que me había amado tanto, y dónde estaba yo, que qué hacíamos con todo el amor que aún estaba ahí.

Y estos días es todo lo que me preguntó: qué hacemos con esto.

Ojalá pudiera abrazar a la persona del 06 de marzo del 2020, ojalá pudiera decirle que sigo igual de enamorada. Ojalá pudiera decirle que pese a que han pasado cuatro años, los sentimientos siguen intactos, que al contrario, se hicieron más fuertes.

12 de marzo: no quise saber de nadie. Decidí tener un día solo para mí.

Lloré por todo: el recuerdo, el recuento de los daños, el amor, lo que ya no fue, los errores, los aciertos, todo.

Más o menos por el 10 de marzo, me reclamé por estar sintiendo esto, pero el 12 reflexioné lo siguiente:

Tengo derecho de sentir esto y de llorar si mi alma me lo pide a gritos. Tengo derecho de seguirme quebrando y de desear que las cosas sean distintas. Tengo derecho de enojarme y de, al menos por un día, no perdonarte. Tengo derecho de decirte que te quites, y también tengo derecho de pedirte que te quedes. Tengo derecho de no querer volver a verte en mi vida y de a los dos minutos desear verte de nuevo. Tengo derecho de ser una contradicción y también tengo derecho de tenerlo todo claro. Tengo derecho de tener roto el corazón y lamentarme por ello, y tengo derecho de mañana despertar como si me hubieran quitado un peso de encima. Tengo derecho de estar furiosa y tengo derecho de verte con paz y decirte que entiendo todo. Tengo derecho de pedirte todas las explicaciones que necesite y tengo derecho de reclamar tu silencio.

Tengo derecho de sentir esto, no puedes quitármelo. Hemos hecho las cosas, hasta ahora, como tú lo has pedido. Todo (aunque no lo creas, aunque haya sido inconsciente) ha sido a tu favor, todo ha sido a tu modo, y tengo derecho de decirte, al menos por esta vez: NO.

No, no voy a olvidarme fácil de todo esto. No, aunque quieras, no voy a dejar de amarte. No, no voy a verte con horror. No, no voy a sentir por ti lo que tú me pides que sienta. Y sí, he perdonado todo.

Hoy quiero llorar por todo, por lo que fuimos, por lo que sentimos, por lo que hicimos, por las cosas que aprendimos juntos. Hoy quiero llorar, porque cada que me baño me echo un volado con la nostalgia. Hoy quiero llorar porque hubo cosas que ya no pudieron ser y tengo derecho de echarlas de menos (aunque no se materializaran).

Yo sé que voy a amarte siempre y me siento dichosa, afortunada y bendecida de poder hacerlo, porque sé que, aunque a veces mi nostalgia y dolor por la situación me digan que no, sé cuánto me has amado tú y cuánto quisiste estar conmigo.

Tú no me puedes quitar eso y tampoco te lo voy a permitir. Yo he perdonado y en el perdón he decidido que te voy a amar siempre y estoy bien con ello.

Y por todo esto, por lo que sé, por lo que siento y sé que sientes: tengo derecho de llorar, y de enojarme, y de reconciliarme, y de hacer lo que quiera con mis sentimientos.

Estoy bien, pero hoy, 12 de marzo, el recuerdo fue más fuerte que mi paz.

Son solo algunos cachitos de las notas de mi teléfono, más de seis meses escribiendo sobre lo mismo. Conforme los días pasan, me doy cuenta de que también el dolor y la forma en la que se siente, pero a veces la nostalgia gana la batalla… especialmente porque el día me orilló a escuchar todas esas canciones que llevaba meses sin oír: TODAS.

Yo le tengo miedo al olvido (creo que más que a la muerte), pero a veces sí me gustaría poder olvidar estas memorias y no saber cómo me sentí ese viernes a la una y cacho de la tarde.


    Escritora.


    previous post

    Abrázame muy fuerte…


    Leave a comment

    Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

    uno × tres =

    Follow by Email
    Facebook
    Twitter