Desahogo y reseñas

Reflexiones

Violencia: humillación.

julio 22, 2018

Violencia: humillación.

Evolucionamos en la violencia. Estamos inmersos en este contexto de enojo y barbarie del que nadie se quiere salir pero al que todos temen. Decimos “yo no soy así” pero siempre ejecutamos a nuestra manera.

Quisiera hablar de algo más en concreto: la humillación pública y privada. Esta forma de violencia tan peculiar que le deja a casi todos un mal sabor de boca, excepto al que la ejecuta como forma de sometimiento, regla o aprendizaje.

¿Por qué usamos el sentimiento de vergüenza que deviene de una humillación para “corregir”? ¿Qué hay de exitoso en la humillación casi siempre pública?

Puedo asegurar que casi todos hemos pasado por un sentimiento similar usualmente en un ámbito escolar. Cuando el profesor nos pasa al pizarrón y morimos de miedo por equivocarnos pues sabemos que en ese caso recibiremos una respuesta a modo de risas burlonas al unísono y uno que otro insulto; bajaremos la cabeza y nos sentiremos los más estúpidos lo que resta del día. Sabemos que va a ser un poco peor cuando los mismos maestros se burlan de nosotros. Esta clase de humillación es de las más comunes e “inocentes” pero siempre violenta. Es así como muchos profesores, padres de familia, familiares o simplemente “mayores” corrigen a los niños y adolescentes (también a adultos dentro de una práctica laboral): desde la humillación. “Para que aprenda” ¿aprender qué? ¿A hacer sentir mal a otros por no saber equis cosa de equis tema? Esto nos lleva a un problema de superioridad en el que una persona es estúpida y debe ser humillada por ser estúpida. Suena ridículo.

Cuando una persona humilla a otra y uno está como espectador, ya no tanto en un ámbito escolar, sino en lugares particulares, en fiestas, con amigos, reuniones, etc., la incomodidad es infinita pues, por una parte le quieres decir al humillado que no se preocupe, que el imbécil es el humillador, y por otra el espectador quiere ignorarlo para no hacerle sentir todavía más vergüenza al humillado. Mientras tanto, casi siempre, el humillador se lleva una satisfacción enferma por haber hecho sentir mal, menospreciado y un montón de sentimientos negativos, a otra persona. ¿Por qué el hacer sentir miserable a otra persona es satisfactorio? ¿En qué puede hacer “superior” eso?

Algunas veces lo hacemos, tal vez, sin darnos cuenta. Dejamos quedar mal a alguien y sonreímos a los otros esperando aprobación de acto, cuando esto sí sucede creemos que lo que hemos hecho está bien, pues lo aprueban, y el que está mal aunque esté pasando vergüenza es el humillado. Somos unos imbéciles, todos lo hemos hecho ¿o existe alguien que no?

Hemos evolucionado dentro de la violencia, tanto que esta ya no se presenta sólo en una forma física o de una agresión verbal muy explícita; esta se ha venido manifestando de diferentes formas y muy alarmantes todas, pues se han hecho muy normales, cosa que, al menos los golpes, nunca fueron. La humillación usada para corregir es una prueba bastante popular de esto.

No sé si evolucionemos estúpidamente, tal vez.

***

Acepto toda clase de comentarios. Estamos abiertos al debate.


    Escritora.


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