Te consta
Te sigo queriendo, y sé que nunca voy a dejar de quererte.
Me gusta que el destino nos la juegue y no nos deje ni encontrarnos.
El hilo rojo nos jala en sentidos contrarios ahora.
No estamos listos para compartir el aire otra vez.
Aún lloro viendo nuestra película, ¿sabes? La canción de la que queríamos aprendernos la coreografía hace que recuerde tu brillo en los ojos cuando te hice la propuesta, tu infantil y sincero brillo en los ojos.
No importa que tan duro aparentes ser, mi vida, yo siempre sabré leer tus pupilas.
El caballito de mar, ese que muere de amor. No alcanzamos a comprarnos esos dijes. No te contaría, ¿pero a quién le importa?
(A mí)
Hace unas semanas vi unos en un acuario. Luego de que sintiera que el alma se me iba por el suelo sin terminar de entender por qué, recordé cómo me decías que nosotros seríamos cómo una pareja de caballitos, enroscados en la noche y muriendo de amor cuando no nos acompañara el otro.
A veces no entiendo cómo es que sigo pensando en ti.
Cuando encuentre un dije o un anillo de hipocampo, lo guardaré como amuleto. Ya no somos nuestra suerte pero mientras tanto, ese animalito simboliza para mí la esperanza del amor.
¿Cómo fue que te llevaste la séptima parte de mi vida en tu bici?
Intenté alcanzarte pero fuiste por cigarros y ya no volviste.
Hoy entiendo que hasta la casualidad entiende que estamos mejor así, sin vernos.
No estamos listos para encontrarnos las almas rotas en los ojos.
Porque yo correría a ti, algo que no beneficiaría a ninguna de las partes atadas a este filamento carmesí.
Quiero verte bien, quiero que me sigan contando que te ves tranquilo, que sigues vendiendo dulces y que tus chistes siguen siendo igual de malos. Porque a pesar de todo, esos tres años fueron los más bonitos de mi juventud temprana.