Futuro
La parte que más me dolió fueron mis anhelos.
¿Cómo pretendía querer formar una familia si al parecer no sabía ni cómo elegir compañero de vida? Eras la prueba. Y yo no quería arriesgar a unos hijos, que sólo existían en mi cabeza, a tener un padre violento, brusco. Mi alma se partía en dos o tres cada que pensaba en ello.
De un día para otro dejé de imaginarte junto a mí a la hora de irme a dormir. Ya no me gustaba, ya no se sentía cómo antes. Ya no se me antojaba. Soñaba tan seguido con paseos y momentos sólo nuestros que cuando todo eso desapareció en verdad sentía un vació en mi interior. Faltaban mis cucharadas de ilusión a la hora de irme a dormir.
Comencé entonces a asquearme de tus defectos físicos, comenzaba a recordar el tipo de perfiles que figuraban en mi historial, y todos encajaban con un ideal que no te encontraba por ningún lado. Ya ni siquiera eras tierno conmigo, como antes, como cuando te empecé a querer.