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Ausencias para morirse

mayo 9, 2021

Ausencias para morirse

Ahora tengo que hablar de ausencias, de las formas en las que me ha tocado experimentarlas, de cómo he tenido que enfrentarlas, tocarlas, sentirlas y aspirarlas. Ahora tengo que hablar de ausencias, de lo que un día estuvo para otro día no estar más. No sé cómo sobrevivimos a ellas, es más que una incógnita, un agujero negro: sin entrada, sin salida, sin extremidades.

No sé si las ausencias maten, pero sí se siente cómo que dé a poquito te estropean la respiración hasta sentir que te quedas sin aire, se siente cómo te presionan todo el cuerpo sin poder encontrar una escapatoria. Sí, tal vez las ausencias no maten, pero claro que se toca un poco a la muerte cuando se nos aparecen.

Las ausencias me han mareado, me dan vueltas en el cerebro. No logro aterrizar ningún pensamiento, hasta parece que la ausencia es otro ataque de ansiedad (aunque a veces más triste). En la ausencia se extraña, pero también se rechaza, y hay enojo, y a veces risas, incluso agradecimientos, aunque nos esté abrazando la tristeza. No entiendo a las malditas ausencias, no entiendo los egoísmos que salen a relucir cuando estas aparecen.

Quisiera decir que cada ausencia que me ha llegado, la he superado, pero la verdad es que los agujeros negros no se “superan”, es más, creo que ni se sobreviven. Están ahí, asechando, esperando tu vulnerabilidad para volver a tirarte, creo que sólo las tenemos con nosotros, a las ausencias, y las hacemos nuestras: se vuelven nuestras tristezas, enojos, caprichos, inseguridades, formas de amar y formas de odiar. Se convierten en nuestros peores temores, en nuestros más grandes deseos, y con cada una de esas cosas no se sobrevive, se vive y se muere… y a veces nos morimos tantito y luego vivimos otro poco.

La ausencia nos regala las más grandes nostalgias, el sentimiento más agridulce que se experimenta porque baila entre lo que un día fue feliz y lo que al otro fue tristeza. Y esos bailecitos burlones de la vida son los que más duelen, es casi imposible entender cómo es que algo ya no está, cómo realmente existieron momentos bellos que hoy sólo nos hacen llorar. A veces la pinche nostalgia llega antes de tiempo y te hace tener ese sentimiento agridulce, ver ese baile burlón antes de tiempo, justo cuando estás viviendo un bello momento… el agujero negro aparece, te avisa que está cerca antes de consumirlo todo.

Creo que sí he estado muerta un par de veces porque estoy segura de que no estaba viviendo cuando atravesé ciertas ausencias. No me mató para siempre, pero sí lo suficiente como para tener que revivir. Pienso que morí porque no estaba en mi cuerpo, porque algo más se movía y comía, pero no era yo, porque fueron ausencias tan fuertes y traumáticas que lograron desaparecerme por unos días, y cuando estuve desparecida, sentí que estaba muerta.

Morir no significa lo mismo siempre, y en el significado que yo lo di, actué el Nuevo Testamento y resucité al tercer día pese a la falta de fe del resto. Fue de las veces en las que más hice mía una ausencia y la convertí en mis más grandes frustraciones y en mis más grandes deseos.

Ya no sé ni qué estoy diciendo, me parece que estoy triste por la ausencia actual, no sé en que la vaya a convertir ahora, pero espero que algo positivo salga de ahí.


    Escritora.


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